Dicen que hasta los 30 años todos trabajamos bastante duro
para construir nuestra identidad. Parte de este proceso requiere “aprender” a
ser una “persona sexual” dentro de nuestra comunidad. Y aquí es donde a los
jóvenes LGBT les espera un “esfuerzo extra”, porque les toca luchar contra
ciertos patrones culturales que todavía hoy los señalan como diferentes a (por
no decir “menos que”) la mayoría. Cuando creíamos que salir del armario
representaba nuestra mayor crisis, caemos en la cuenta que empezar a construir
una identidad sexual no será menos angustiante.
“La mayoría de las personas desarrollan su sexualidad e
identidad sexual lejos de sus padres. Los heterosexuales tienen sexo con otras
personas, sin que sus padres piensen específicamente en eso; para ellos, sus
hijos simplemente ‘salen’ con otras personas”, afirma la coach Margie Mirell,
especializada en problemas de relacionamiento, adicciones y codependencia de
personas LGBT (Santa Bárbara, California).
“Sin embargo, cuando los jóvenes gays salen del armario,
inevitablemente involucran a sus padres en su vida sexual. ¿Por qué? Porque sus
padres no piensan ‘Juan saldrá con otro chico’, sino que con mayor o menor
detalle estarán enfocados en lo que Juan hace en la cama”.
De acuerdo con la opinión de Mirell, una de las
consecuencias de esta importante diferencia en la construcción de la identidad
sexual es que los jóvenes LGBT desarrollan un mayor estado de ansiedad toda vez
que se encuentran en una situación en la que deben comentar a un tercero acerca
de su sexualidad.
¿Cómo sobrellevar, entonces, esa ansiedad? El problema es que,
mientras son varios los estudios que confirman que los jóvenes LGBT tienden a
ser más ansiosos o incluso más depresivos que el resto, no hay una “receta”
general y única para lidiar con estos males.
Tal vez el mejor consejo que podamos expresar desde aquí es
buscar el apoyo y la experiencia de vida de otras personas LGBT. En la
práctica, esto significa acercarse a las organizaciones y centros gay-lésbicos
y trans más cercanos a nuestros lugares de residencia. Muchas veces no es
necesario iniciar una terapia, sino que puede resultar mucho más enriquecedora
una charla de café.
En cualquier caso, el intercambio de experiencias con
personas LGBT nos permitirá desarrollar una identidad con la que nos sintamos
más a gusto y, por ende, con la que podamos vivir una vida más plena.
¿Ustedes qué opinan? ¿Los jóvenes LGBT viven su sexualidad
con mayor ansiedad y angustia que el resto? ¿Cuál es su experiencia?
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